martes, 12 de mayo de 2009

gabriela rosales

Haciéndole honor a su nombre, el espíritu de gabriela paseaba por el jardín de la casa grande. Uno habla de casa grande porque resonaban los ecos del trinar de lo pájaros. De chica, la jovencita se columpiaba en la hamaca que colgaba del algarrobo que el inmenso patio detentaba como reliquia de familia.Le gustaba pasar las horas pensando, en lo actual y lo futuro, pues era muy joven. Por otro lado el pasado era corto y no muy grato. Por esas cosas de la vida siendo muy pequeña, su madre decidió que estar lejos de la familia y no aparecer nunca más era lo mejor para ella. y así se tomó: nadie lloró, nadie la volvió a nombrar, nada. Se convirtió en nada.
Despues, con los años, al ingresar a la escuela primaria, empezó a notar la ausencia, pero sólo porque sus compañeros hablaban de la madre. Para ella era una figura negada, sin recuerdos.
A los 15 gabriela decidió que tener novio sería prudente y así lo hizo. A los 20 tener un hijo y así lo hizo. Todo con la inercia de la pelota que rueda sin meta.
Pero a los 25, en la hamaca del jardín, a la que acudía de manera permanente, se cayó al suelo, aquella le golpeó la cabeza y murió. Qué pena...pobre gabriela, ya no podría columpiarse más.
sería por ello que el eco paseaba por el jardín todos los días??? No, no creo.

1 comentario:

  1. Se animó!!!!!! Que bueno!!!! Por el comienzo se empieza y aquí lo tenemos!!! Bravo señora!!! Usted escribe muuuuuuy lindo!!!! Besos!!!!

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